Viaje 1º Bachillerato.
EL IES LA MINILA PARTICIPA EN EL PROYECTO NACIONAL “RUTAS CIENTÍFICAS, ARTÍSTICA Y LITERARIAS” El proyecto presentado por el IES La Minilla de Las Palmas de Gran Canaria ha sido seleccionado por el Ministerio de Educación y Ciencia entre un centenar de solicitudes para participar en la Convocatoria 2014 del Programa nacional “Rutas Científicas, Literarias y Artísticas”.
martes, 3 de febrero de 2015
miércoles, 17 de diciembre de 2014
sábado, 22 de noviembre de 2014
LA "RUINA MONTIUM".
LA "RUINA MONTIUM": CUANDO EL ORO MUEVE MONTAÑAS
Si hay un lugar que a lo largo de los siglos ha permanecido como testimonio inalterable de la barbarie humana es, sin duda alguna, ésta espina sangrante clavada en el corazón del Bierzo leonés, que se conoce como Las Médulas. Camino de León hacia Galicia se alcanza un paraje único e increíble, Las Médulas, al que siglos atrás habían llegado ya los romanos en busca de oro. Es una obra gigantesca de ingeniería romana para extraer de las montañas el preciado oro. Aquí los romanos removieron millones de toneladas de tierra mediante el procedimiento conocido como "ruina montium". Montañas enteras quedaron reducidas a barro y oro que fue a engrosar las arcas del Imperio.
Las Médulas están situadas en la comarca leonesa del Bierzo, muy cerca de la provincia de Orense, rodeadas por los ríos Sil y Cabrera y los arroyos del Valao y del Isorga
Este paraje natural fue en su origen una explotación romana de oro a cielo abierto, aunque los pueblos indígenas prerromanos ya habían explotado el yacimiento, bateando los placeres fluviales. Seguramente los romanos empezaron a trabajar en la zona en la época del emperador Octavio Augusto, quien dirigió personalmente la mayor parte de las acciones que entre los años 26 y 19 a. C. conquistaron definitivamente los pueblos del norte de la península Ibérica.
El espacio de Las Médulas siempre ha sido una fuente de preguntas respecto a los procedimientos seguidos por los romanos en sus trabajos de minería del oro. La única fuente directa con la que contamos es la que hace Plinio el Viejo (23-79 d. C.) del proceso:
“El procedimiento supera el trabajo de los gigantes; las montañas son minadas a lo largo de una gran extensión mediante galerías hechas a la luz de las lámparas (...) su misma duración sirve para medir los turnos y por muchos meses no se ve la luz del día. Este tipo de explotación se denomina arrugia y de improviso se producen grietas y hacen perecer a los trabajadores (...) Acabado el trabajo de preparación, se derriban los apeos de las bóvedas de los más alejados; se anuncia el derrumbe y el vigía colocado en la cima de la montaña es el único que se da cuenta de él (...) La montaña, resquebrajada, se derrumba por sí misma, con un estruendo que no puede ser imaginado por la mente humana, así como un increíble desplazamiento de aire. Los mineros victoriosos contemplan el derrumbe de la Naturaleza (...) Las tierras (...) en la ruina montium o arrugia son transportadas por el agua. El oro obtenido mediante la arrugia no se funde sino que es oro al instante.” (Plinio, Historia Natural, XXXIII).
A partir de esta descripción de Plinio se puede reconstruir la forma en la que tenían lugar los derrumbes, provocados sin duda por verdaderas explosiones, lo que sugiere un método basado en la compresión del aire.
La corta de minado o ruina montium (derrumbe de los montes) fue el sistema más espectacular de los empleados por los romanos en Las Médulas, cuyo paraje ha quedado marcado a lo largo de los siglos con una singular y única forma a raíz de las obras romanas. Este era un sistema de minería usado ya en la Roma Antigua, que se basaba en la fuerza del agua para derrumbar extensiones amplias de montaña de un solo golpe. La técnica consistía en cavar galerías en el interior de una montaña, desbordar un río para que su agua se introdujera y, con la presión ejercida por la misma, la montaña se derrumbaba desde sus cimientos. Del lodo resultante se extraía oro.
Después de haber construido una red de pozos y galerías sin salida externa en la base de la masa de materiales que se quería derrumbar, a continuación se ahuecaba una zona de forma aproximadamente esférica en el centro del monte seleccionado para producir su "ruina". Se introducía agua a presión por la parte inferior de la citada cavidad lo que producía la compresión del aire almacenado cuya presión aumentaba al disminuir el volumen de acuerdo con la leyde Boyle. Cuando la presión interior superaba la resistencia del terreno se provocaba la "ruina montium", produciéndose la expansión de aire comprimido con un el increíble desplazamiento de aire que señala Plinio.
La fuerza que provocaba las explosiones provenía de la presión del agua, que necesitaban en abundancia y situada a una altura necesaria para que la presión en la cueva principal fuese suficiente. Para disponer de este agua los romanos construyeron una extensa red de canales (corrugi) de más de trescientos kilómetros de longitud total, que traían agua desde las cotas más altas de los Montes Aquilianos, e incluso desde las cuencas del Sil y del Duero. El agua se recogía en embalses (stagna) situados en las cotas altas de Las Médulas.
Este enorme trabajo de ingeniería realizado para la extracción del mineral supuso una gran alteración del medio ambiente, pero ha dado como resultado un paisaje grandioso y espectacular de arenas rojizas, repleto de vegetación de castaños y robles. Se considera un "paisaje cultural" y tiene la denominación de "Parque Cultural".
Y resulta curioso que lo que en la actualidad contemplamos extasiados como algo mágico y maravilloso, realmente es el resultado de todo un desastre ecológico. Su origen no es otro que la explotación de lo que fue la mayor mina de oro del Imperio Romano. Los restos que hoy podemos ver eran una compleja obra de ingeniería, embalses de agua y todo un sistema de túneles y canalizaciones.
Si hay lugar donde se ve el poder de la naturaleza para cicatrizar las heridas más profundas, ese es las Médulas ¡La belleza de la destrucción! .Una paradoja que aquí se aprecia con toda su fuerza, hasta el punto de hacer que el alma se vea envuelta en sentimientos contradictorios. Un extraño soplo espiritual flota sobre el lugar, unido a ese silencio berciano, característico, que hace que en algunos momentos se te pongan los pelos de punta.
Esa belleza de la destrucción, está pintada con brochazos de sangre, sudor y lágrimas. Y lo encontramos en un paisaje de extraordinaria belleza: Las Médulas. Un lugar sorprendente y sobrecogedor que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1997.
jueves, 20 de noviembre de 2014
Literatura Mística.
LA LITERATURA MÍSTICA
CASTELLANA
La literatura ascético-mística, que se produce en la época de Felipe II (1554-1598), es una expresión literaria de suma relevancia en la literatura española. La producción escrita, en los siglos XVI y XVII, fue extraordinaria, se publicaron más de tres mil libros sobre este género. La ascético-mística es una manifestación literaria de las más auténticas y distintivas de la literatura española.
El encuentro español con la ascético-mística en el siglo XVI responde a unas conocidas motivaciones históricas. La escisión protestante acarrea un enorme enfrentamiento de carácter religioso y espiritualista que crea un estado de malestar y contrariedad. Los orígenes de la literatura mística coinciden con la culminación de la Reconquista y con el balbuceo del Inicial Renacimiento, en que el espíritu español tiende a mirar hacia el interior.
La palabra «mística» estrictamente sólo deberá aplicarse para designar las relaciones sobrenaturales, secretas, por las cuales Dios eleva a la criatura sobre las limitaciones de su naturaleza y la hace conocer un mundo superior, al que es imposible llegar por las fuerzas naturales ni por las ordinarias de la Gracia. Misticismo es el conocimiento experimental de la presencia divina, en que el alma tiene, como una gran realidad, un sentimiento de contacto con Dios. Pero si la mística es el punto más alto de la vida espiritual y representa un regalo extraordinario de la Gracia de Dios, el alma puede colaborar por todos los medios a su alcance para aproximarse a tal estado de perfección y hacerse digna de él. La ascética depende, pues, exclusivamente, de la voluntad y actividad humanas, pues se trata del período de la vida espiritual en que, por medio de ejercicios espirituales, mortificaciones y oración, logra el alma purificarse, purgarse o desprenderse del afecto a los placeres corporales y a los bienes terrenos.
Ávila es la tierra de los místicos por excelencia de la literatura española: San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. La cima más alta de toda la mística española y universal es la alcanzada por los escritores de la Orden del Carmelo Santa Teresa de Jesús (Ávila: 1515-1582) y San Juan de la Cruz (Fontiveros, Ávila, 1542-1591). Ambos fueron escritores excepcionales que lograron alcanzar en vida la perfección. La crítica ha encontrado en San Juan de la Cruz y en Santa Teresa, los exponentes máximos del misticismo hispano.
SAN JUAN DE LA CRUZ
(1542-1591)
Juan de Yepes y Álvarez nació en 1542 en Fontiveros, provincia de Ávila. Era de familia noble pero arruinada. Estudió primero con los jesuitas en la ciudad de Medina del Campo, y a los 19 años ingresó de novicio en el Colegio de Carmelitas con el nombre de Fray Luis de Santo Matías. Después de profesar continuó sus estudios en la Universidad de Salamanca y, ordenado de sacerdote en 1567, regresó a Medina del Campo. Fue amigo de Santa Teresa de Jesús, quien representa la cima de la prosa mística española y, con ella, emprendió reformas eclesiásticas en la rama masculina de la Orden del Carmelo, fundando el primer monasterio de Carmelitas Reformados o Descalzos, en Duruelo. Desde entonces tomó el nombre de Fray Juan de la Cruz. En 1572, al ser elegida Santa Teresa como abadesa de la casa madre de Ávila, San Juan fue designado director espiritual de aquel convento. San Juan fue elegido prior de varios conventos. En 1577 fue preso en Toledo por frailes calzados pero escapó de la cárcel a los ocho meses. En la ciudad de Úbeda murió el 13 de diciembre de 1592 por consecuencia de ciertas calenturas. Su cuerpo fue después trasladado a Segovia, donde está sepultado. Fue beatificado en 1675, hecho santo en 1726, y declarado Doctor de la Iglesia en 1926.
En San Juan coexiste el místico enamorado que escribía como en pleno rapto o arrobo, y el técnico experto que afina minuciosamente los recursos artísticos de su poesía. Su poesía se expresa en bellas metáforas, símbolos e imágenes, y usa la alegoría del matrimonio. La naturaleza se usa en toda su riqueza: montes, ríos, árboles, flores, animales, perfumes, pero siempre como elementos alegóricos. Su vocabulario es rico en sinonimias, palabras populares y rústicas, antítesis, onomatopeyas
El tema único de su poesía es el de la unión mística con Dios. En efecto su poesía ha sido clasificada como «poesía erótica a lo divino». El plano humano ha sido elevado al más alto simbolismo religioso. San Juan de la Cruz lleva la poesía mística a la más intensa y sublime expresión a que ha llegado el misticismo universal. Es el último de los grandes místicos. También en él se agotan las posibilidades de la poesía religiosa. También es una de las voces líricas más puras que jamás hayan existido
SANTA TERESA DE JESÚS
(1515-1582)
Teresa de Cepeda y Ahumada, o Santa Teresa de Jesús (Santa Teresa de Ávila) fue una monja carmelita. Llega el misticismo español a su máxima expresión humana. Sus obras en prosa son: Camino de perfección (1565), dirigido a sus compañeras monjas; El libro de su Vida (1588), su autobiografía; y Las Moradas o castillo interior (1588), tratado doctrinal de sus experiencias místicas. Fue declarada primera Doctora de la Iglesia en el siglo XX por el papa Paulo VI el 27 de septiembre de 1970.
Teresa de Ahumada Cepeda nació en Ávila en 1515 y provenía de descendencia judío-conversa. El modelo de fundaciones para las carmelitas se basaba en la igualdad más absolutas de sus monjas, en la pobreza radical, en un estilo de vida alegre (entre las reliquias se suelen encontrar tambores, castañuelas y otros instrumentos festivos), libre del hambre y de la dependencia de fundadores caprichosos.
Además de su Epistolario, y su labor poética, sus cuatro grandes obras se pueden agrupar de dos en dos. Un par entran dentro de lo autobiográfico: la Vida (1562- 1565) y el “Libro de las fundaciones” (1576); otros dos son sus tratados de mística: el “Camino de la perfección” y “Las moradas o el castillo interior”
La Vida, por un lado, es una autobiografía espiritual, donde el estilo es desenfadado respecto al uso de la lengua coloquial. Y, por otro lado, es un tratado de mística. Tuvo problemas de censura por la Inquisición, pero los juicios fueron favorables a la monja. El libro de las Fundaciones es la historia externa de su lucha reformista. El Camino de Perfección es un tratado para las hermanas Carmelitas descalzas. Está desarrollado de una forma didáctica, y con una lógica impecable. Santa Teresa se siente angustiada por el ambiente de desconfianza que rodea a las mujeres, sobre todo desde una teología escrita por hombres, muchas veces con menosprecio hacia lo femenino como ser humano.
En las Moradas, obra cumbre del misticismo cristiano, el alma contiene aposentos, igual que el cielo tiene muchas moradas. Teresa escoge las siete de estas moradas superiores. Las cuatro últimas contienen la doctrina mística, empezando con la distinción entre ascética y mística, separando cómo los goces naturales nacen de nosotros mismos y acaban en Dios, en tanto que los sobrenaturales nacen en Dios y resultan en nosotros. Los primeros son obtenidos por el ejercicio de nuestras
potencias; y los segundos vienen exclusivamente dados por Dios, con gran quietud y sin intervención de las potencias.
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